Me siento perezosa y cansada.
Hoy me ha costado mucho sentarme a rezar y meditar, la verdad, no me apetecía demasiado.
El rezo me ha animado un poco y luego me he puesto a meditar pero, por primera vez, se me ha hecho un poco largo.
Me duele un poco la cabeza, el pitido de mi oído me molesta más que otros días y tengo a las niñas de fondo… Supongo que hoy tocaba uno de esos días en los que «hay que aguantar y asumir».
Aguantar todas las molestias hasta el final de la práctica y asumir que, por mucho que me guste lo que hago, siempre habrá momentos en los que no será perfecto.
Mañana, un poquito más.